En un artículo reciente publicado en The Independent, Lucy Hodges relata las dificultades a las que se enfrentan algunas empresas creadas por universidades para explotar el mercado de la formacion a distancia por Internet: escasos alumnos y, por tanto, pocos ingresos en comparación con la inversión realizada; propuestas de boicot por parte de asociaciones profesionales de profesores; salidas poco airosas de mercados anteriormente prometedores; alianzas estratégicas deshechas e incluso dudas sobre los objetivos de dichas iniciativas lucrativas por parte de los órganos legislativos de sus alma mater.
Así, por ejemplo, Cardean (alianza entre la London School of Economics, Stanford y Carnegie Mellon) despidió al 42% de sus empleados en septiembre de 2001; Universitas 21, una alianza internacional de universidades de primera línea, será previsiblemente boicoteada por la Association of University Teachers (AUT), con 45,000 afiliados en las universidades del Reino Unido, que se cuestiona sobre el efecto de las presiones comerciales sobre la calidad de la formación impartida; algunas de las instituciones que forman parte de Universitas 21 (18 universidades de 10 países) declinan participar en proyectos concretos por falta de auténtico control sobre los contenidos y la evaluación de los cursos; la Open University se retira de los Estados Unidos (por tercera vez), después de invertir 9 millones de libras en un ambicioso y, al parecer, fracasado plan para conseguir estudiantes norteamericanos para sus cursos a distancia. Malos tiempos para el negocio.